martes, 28 de julio de 2009

A... CARMEN VINELLY


A CARMEN VINELLY DE TIMARÁN

Educó y formó a
centenares de jóvenes,
proponiéndoles el molde de sus
conceptos, ideología, valores y
estilo de vida.

Jaime A. Rodríguez T.


La conocí cuando llegó al Femenino Libertad, jovencita recién graduada de Sociales. Corría el año 1977, al instante de conocernos nos identificamos en las ideas y en las tareas.

No había tiempo para discutir. De una sola vez se puso a trabajar, a producir con ese descomunal corazón, esa total conciencia a favor de los pobres y de un mundo socialista, con esa inteligencia suma, de mujer convencida de la validez de sus ideas.

Con ella y con otros y otras, de parecidas utopías, encendimos el motor y no lo apagamos nunca, ni en las noches, ni en los domingos, ni en los festivos.

Defendimos a los maestros, a las muchachas y muchachos de los colegios, luchamos por los indígenas y campesinos, por los artistas, por los padres de familia, por los vecinos de los barrios.

Fundamos grupos de estudio, ayudamos a darle fuerza a los sindicatos, a organizar los movimientos cívicos, creamos los más importantes movimientos políticos alternativos de esta Nación, promovimos la cultura, la investigación, la pasión por el conocimiento.

Tuvimos hijos, los criamos con todo el inmenso amor que podíamos prodigar a la humanidad, les enseñamos valores con la práctica de nuestras vidas. Estudiamos y volvimos a estudiar, creamos, creamos y creímos siempre creímos, nunca hemos dejado de creer; ni después de los gozosos triunfos, ni en la plácida calma del descanso, ni después de los brutales golpes. Siempre creímos que es posible alcanzar la justicia, que tenemos derecho a asegurar la utopía.

Y en todo Carmencita… siempre Carmencita, en primera línea, ofreciendo sus ideas, su aliento a la hora en que desfallecíamos, brindando generosa lo que tenía y lo que no tenía. Cumpliendo con toda seriedad cualquier tipo de tareas, desde las más humildes hasta las más encumbradas.

Educó y formó a centenares de jóvenes, proponiéndoles el molde de sus conceptos; ideología, valores y estilo de vida.

Fue pistón en movimiento para muchas obras vitales. Una de las que más amó y en la que se destacó: la construcción de la nueva planta de su Colegio Femenino Libertad.



Su hechura de guerrera permanente, le permitió resistir y vencer, por muchos días, en solitario, en la batalla más desigual que libró: la batalla contra la naturaleza.

Hoy Carmencita se ha detenido solamente a descansar por un momento, para hacerle, también una visita a otros hermanos hechos del mismo material suyo. A otros soñadores profundos, compañeros suyos. A Rodrigo Carvajal, a Jaime Andrés, a Socorro y a Miguel Wilches, a Bateman y a Pizarro. A Bernardo Jaramillo, a Ricardo Lara Parada, a Pardo Leal, al Maestro Gerardo Molina, a Jorge Paredes, a Jaime Garzón y otros que ya le prodigaron un armónico aplauso y la llenaron de besos y abrazos desde su llegada.

Nosotros acá, Carmencita, seguimos con el motor encendido. Usted nos da la fuerza porque Usted está en nosotros permanente. Por siempre; en sus amigos y admiradores, en sus hijos y familiares, en sus alumnos y en tanta gente agradecida de este su pueblo al que usted se prodiga sin límites.

Sólo es un descanso. Un pequeño respiro. No podemos, Carmencita, darnos muchos lujos y menos ahora, que la cosa se ha puesto dura, ahora que quieren aplastar lo que construimos juntos. Ahora que el unanimismo, quiere apagar las voces rebeldes. Ahora no podemos desfallecer. Vamos a rearmarnos con sus recuerdos, sus ideas y sus obras cabalgantes en los terrenos de la libertad que usted nos enseñó.

Vamos a llorar, sólo un rato, solamente el justo para que no se nos estalle el alma, sólo el necesario para que no nos ahogue el dolor. Pero enseguida volvemos a la faena, como el mejor aplauso para usted, para una mujer gigante, que por no caber en este mundo, se fue también a buscar oficio a otros lugares.

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