martes, 1 de noviembre de 2016

CONFERENCIA EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL 2014 ¿QUE PACIFICO QUEREMOS?


Este 31 de Octubre asistimos a Tumaco a la "Vigilia por la Paz" convocada para apoyar la pronta implementación de los Acuerdos entre las Farc y el Gobierno. Esta tarea solidaria se realizó en la Zona Campamentaria de la Vereda La Playa, con una concurrida asistencia.

Ahora que es posible llevar a nuestro amado Pazifico por un franco camino hacia su transformación integral creo oportuno recordar las palabras que dije hace 2 años en la Universidad Nacional de Colombia, en el Foro: ¿Que Pacífico queremos?





Vereda "La Playa ( Tumaco) Zona Veredal Transitoria de Normalización
Participantes en la Vigilia, provienen de los Movimientos sociales y demás organizaciones solidarias 
Anuncio que promueve la Vigilia a la entrada de la Vereda "La Playa" Tumaco






UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA


DEBATE
¿QUÉ PACIFICO QUEREMOS?
11 de Septiembre de 2013


INTERVENCIÓN SECRETARIO DE GOBIERNO DEPARTAMENTAL: JAIME RODRÍGUEZ TORRES

Agradezco a la Unidad de Medios de la Universidad Nacional que convoca a este espacio tan importante para entrar en diálogo sobre el Pacífico Sur.

Sea lo primero excusar al Gobernador titular el educador Raúl Delgado quien ayer estaba en Tumaco, justamente en la costa del Pacífico, cerrando el último paro agrario. Para información puntual en el Departamento de Nariño, se registraron seis paros agrarios, se paralizó casi todo el territorio sureño y el 10 de septiembre de 2013 se cerraba el ciclo de negociaciones con las comunidades afro, consejos comunitarios, y  organizaciones indígenas.

Comienzo diciendo que el Pacífico colombiano no solo es afro. También es indígena. Allí se encuentra la nación Embera-Siapidara, morando  hace siglos, mucho antes que los afros,  y que los europeos. Además están los Awá en la llanura costera. Es muy reconocida en el área desde la época precolombina, la denominada cultura Tumaco- La Tolita de un valor estético como ninguno otro en América, y ya estaba ahí en Tumaco y en los territorios aledaños en una amplia franja entre La Tola y río Santiago en Ecuador hasta más arriba del Río Iscuandé en Colombia, desde antes  que llegaran Pizarro y sus hombres y antes que llegaran  los africanos.

¿DE QUÉ PACIFICO HABLAMOS?

 Desde un punto de vista objetivo, el Pacifico es un inmenso territorio que está integrado de manera natural no solo por divisiones políticas, y  abarca   una parte de Panamá, la llanura pacífica colombiana entera y una parte de Ecuador y Perú. Este lugar  tiene condiciones ambientales similares. En ese Pacífico nos movemos. En un amplio corredor comprendido entre Chocó (Colombia) y Manabí (Ecuador). Se cuenta con presencia de diversas etnias y  la biodiversidad más alta del planeta, dicen unos, otros afirman que ocupa el segundo lugar con un gran potencial en agua dulce y minerales preciosos, recinto natural de culturas ancestrales y renacientes.

Hablamos entonces de ese Pacífico Sur y nosotros inmersos en él. En Nariño: la ensenada de Tumaco posee una riqueza ictiológica enorme. Allí la corriente de Humboldt  encuentra aguas cálidas y produce un fenómeno biológico que se presenta sobre todo en Semana Santa y que los nativos lo llaman “La Chautiza”. Ocurre porque en los manglares y en los esteros, lugares tibios, se vienen a depositar millones de larvas que han viajado desde el Polo Sur, gracias a la corriente de Humboldt.
Es decir no solamente somos ricos en minerales, especies forestales de maderas finas e industriales, sino que tenemos una riqueza ictiológica inmensa en el mar del sur  y en particular en la ensenada de Tumaco.

¿QUÉ HA SIGNIFICADO ESTE PACIFICO PARA COLOMBIA?

“Las siete bonanzas”

A mi juicio para Colombia, el Pacífico ha significado un lugar de bonanzas que nunca beneficiaron al pueblo del litoral. Son siete al menos las bonanzas reconocidas a lo largo de los últimos siglos,  desde este sitio en beneficio de otros. Primero la bonanza de la Quina cuya corteza resultaba eficaz para combatir el paludismo, luego vendría la bonanza de la Tagua, una madera parecida al marfil que tuvo un precio muy generoso en el mercado internacional. A continuación la bonanza del Oro que ha sido desde siempre. No se olvide que buena parte de la independencia de América, sobre todo la del sur, se financió con el oro de Barbacoas, hay una placa en Lima que atestigua esto.

Y no se olviden que el Libertador Simón Bolívar tuvo especial empeño, en llegar y dominar el Sur, para continuar su proyecto político de emancipación del Imperio Español y tuvo también  notorio interés por  llegar a Pasto y  derrotar  las fuerzas realistas como condición para  tener acceso a las riquezas de Barbacoas, en cuyas vecindades en el punto denominado “EL CASTIGO”, donde finalmente fue capturado el aguerrido líder Agustín Agualongo.

La cuarta bonanza: la  de la Madera. El territorio dispone de maderas preciosas. En menores cantidades, industrias madereras, casi por completo extractivas, pero no trasformadoras. Estas en su proceso productivo han depredado kilómetros,  cientos de hectáreas de la riqueza forestal existente. La quinta bonanza, la más cruel y  compleja de todas, aún presente, la de la coca. Nariño tiene diez municipios en la llanura Costera, tres de ellos son los primeros productores de coca en Colombia, Tumaco el primero de todos, con  las fatales consecuencias que hoy todavía vivimos. Eso lo vamos a ver luego.

La sexta bonanza, la bonanza Minera en su segunda versión. Hoy tenemos otra vez presencia de minería ilegal, hay más de quinientas retroexcavadoras, autorizadas la mayoría de ellas, produciendo  daño a los ecosistemas y tejido social y ambiental. Es muy conocida esta situación porque es lo más divulgado últimamente sobre todo en los medios académicos. Estamos ahora a la espera de la séptima bonanza que es la que a mi parecer interesa mucho a la Universidad Nacional. Se trata de la bonanza que vendría con la  ofrecida panacea de los Tratados de libre comercio y alianzas en la cuenca del Pacífico.

Las seis bonanzas anteriores nos han dejado lo que todos conocemos: los NBI más altos del país: los cuatro Departamentos de nuestro territorio nacional: Chocó, Cauca, Nariño y Valle. En su área del Pacífico tienen los más altos NBI, ningún otro se le compara en la nación, y eso es suficiente como retrato: La postración casi total en materia vial, agua potable, saneamiento básico, educación tanto en cobertura como en calidad y pertinencia, salud, ingresos y vivienda.

Hasta ahora esas bonanzas, nos han dejado esta situación y han significado: que al ser el Pacifico colombiano un territorio de economía casi absolutamente extractiva, no se han favorecido  los nativos del territorio sino los nacionales o extranjeros que han tenido la capacidad de aprovecharse de este modelo. Para Colombia  el Pacífico ha sido y ha significado históricamente, una despensa de recursos naturales al servicio de otros.

LO QUE AÚN NOS QUEDA:

El modelo euro-centrista que ha dominado a Colombia desde la colonización española y continúa después de la independencia aún sigue fuertemente arraigado. Por fortuna en varios campos no alcanzó a llegar, con sus impactos plenos al territorio del Pacífico colombiano y me atrevo  a decir  que, por eso,  en muchos lugares se mantienen casi intactas  diversas manifestaciones culturales de tipo ancestral.
En 2011, La UNESCO declara: “Las músicas y cantos ancestrales del Pacifico Sur como patrimonio de la humanidad”. Una de las razones de este reconocimiento internacional, ha sido el que aún no han sido tocados  por las lógicas  euro-centristas.  La música de marimba  se ejecuta con instrumentos esencialmente africanos: marimba, cununo, bombo y guazá.

Existen diversas muestras en el territorio tanto en el mundo biológico como cultural,  que  demuestran,  que el euro-centrismo nos impactó en grado menor, en comparación  con el resto de la nación.
El euro-centrismo  trajo en cambio y con toda la fuerza, la  filosofía y práctica del Estado centralista. El modelo de desarrollo anclado en los cuatro polos, Bogotá, Barranquilla, Medellín y Cali. Y como consecuencia la mirada de espaldas,  hacia las zonas de periferia y la más abatida de todas ellas: El Pacifico Colombiano.

¿Qué ha significado el Pacífico para Colombia?

Intento avanzar en la situación actual, ya se ha tratado algunos aspectos, desde la dimensión económica. Una economía de enclave, básicamente extractivista, la que se ha producido en los últimos años, ha resultado agresiva contra la propia naturaleza. En Tumaco en particular, sé que en otras partes  también, la presencia de palma africana como monocultivo en cientos de miles de hectáreas, rompiendo con lo que es el respeto a la naturaleza biodiversa.  El monocultivo presente como una impronta en reversa al desarrollo sostenible, hasta  el punto que la propia naturaleza, al parecer: ha cobrado este abuso. Hoy la palma africana padece una enfermedad que no encuentra cura después de múltiples investigaciones en distintos lugares del mundo.

La pudrición del cogollo de la palma,  ha devastado ahora mismo miles de hectáreas de cultivo. Es como si la naturaleza pasara cuentas y eso está ocurriendo porque el cultivo se montó como enclave. También aparecen como economías de enclave, las industrias pesqueras que cultivan camarón y otras especies, irrespetando lo ciclos biológicos y la naturaleza se ha resistido en forma parecida y se producen, entonces,  afectaciones económicas muy fuertes.
Hubo momentos en que las exportaciones de  Nariño, pequeñas por cierto. Hago un corto paréntesis: Nariño tiene un poco más de  la mitad de su territorio en el Pacífico, pero una buena parte de su área se sitúa en  la zona Andina y una parte muy valiosa en el Amazonas. El Departamento de Nariño dispone de tres ecosistemas. Nariño es una especie de condensación de Colombia, algunos  geógrafos  incluso tratan de establecer que en algún momento de la formación  del planeta, el mar Caribe avanzó a lo largo del valle del  Patía y llegó a Nariño. 

Ahora regreso en el relato al punto de las exportaciones. La economía nariñense, de naturaleza periférica, y por lo tanto frágil, comenzó a crecer de manera interesante hace algunos  años; según lo dice el Banco de la República,  se empezaron a  generar una mayor cantidad de exportaciones por cuenta de fenómenos económicos como la palma africana fundamentalmente, en algo el cacao, las camaroneras  y otros productos de la industria acuícola; superando incluso al  componente  tradicional  de la exportaciones andinas cuales son la papa, leche y algunos productos derivados de esta. Pero como se ha tratado de sostener aquí llegaron las enfermedades donde la naturaleza pasó su cuenta de cobro. Ahora se han deteriorado drásticamente las exportaciones de productos de economía lícita en  la costa Pacífica.

En contraste se robustece la Sexta bonanza; la economía en el territorio nariñense y hay afectaciones similares en todo el Pacífico, hoy está ligada muy fuertemente al cultivo de la coca, al procesamiento y tráfico de la cocaína. Los datos señalan una realidad dramática y contundente.

Esto ha significado toda una  calamidad.

Esta economía sucia  ha desatado en  Nariño y en buena parte del Pacífico la guerra por el control del territorio. Nuestra posición geoestratégica es privilegiada, tenemos mar, tierras fértiles triple A, y se cuenta con área de frontera. No puede haber mejor posición geopolítica que la del Departamento de Nariño para explotación de cualquier empresa o industria pero también  para el desarrollo del fatídico negocio de la cocaína. Los resultados del dominio de esta industria  son calamitosos, después de un poco más de veinte años de presencia de la guerra estimulada por la cocaína. Esta guerra   nos llegó de afuera a los nariñenses; nosotros nunca tuvimos guerra, Nariño hace veinticinco años  era un territorio, con muchas convulsiones  sociales, paros cívicos,  movilizaciones inmensas, reclamando inversiones desde el Estado central, pero sin conflicto armado.(Lea:Declaración de Bocas de Satinga )

Llegó la guerra y ésta ha dejado lo que hoy tenemos, trescientas mil víctimas del conflicto armado, veinticuatro municipios afectados directamente; millones de galones de veneno en forma de glifosato vertido sobre nuestros parques naturales y territorios biodiversos;  confinamiento en  poblaciones indígenas, destrucción del tejido social, afectación en las lógicas culturales de los valores y vivencias entre la población y especialmente entre niños, adolescentes, jóvenes y mujeres.

 En Nariño moran  siete pueblos indígenas. De ellos,  tres tienen lengua propia y dos han sido declarados por la Corte Constitucional en peligro de extinción, ambos habitan en el Pacifico Nariñense: el pueblo Awá y el pueblo Eperara Siapidara. Todos sin excepción, están inmersos en el conflicto armado. Ellos con frecuencia  son utilizados por las fuerzas institucionales, cuando sus estrategias lo requieren,  y de igual manera son utilizados por los grupos insurgentes.   Ellos, los indígenas desarmados,  en medio de esos dos poderosos combatientes, sufren como nadie: desplazamientos, confinamiento, persecuciones, judicialización de sus líderes. Es decir la destrucción infame de una cultura que lo que ha hecho, a lo largo de la historia,  es convivir con la naturaleza, cuidarla, preservar la biodiversidad, cuidar el agua, custodiar ancestralmente una forma de ser, de relacionarse entre sí con solidaridad, con la práctica de economías alternativas solidarias, intercambio, trueque y todo lo que quisiéramos, en la utopía, que ocurra con la humanidad para el bienvivir.

Con la guerra quedan las cosas en contravía a la vida misma y al desarrollo. En una sesión de la Corte Constitucional,  a la que asistíamos con el Señor Gobernador de Nariño Dr. Raúl Delgado Guerrero, los Magistrados examinaban de qué manera el Estado colombiano está cumpliendo con dos Autos que ha emitido la Corte para proteger a las poblaciones indígenas en peligro de extinción. Pero la realidad es triste, el Estado colombiano, a pesar de que las órdenes y disposiciones superiores de la Corte se lo han pedido en varios autos, no ha procedido ni cumplido con la protección a estas comunidades. Por más esfuerzos que haga la Corte Constitucional es muy poco lo que se ha podido avanzar en proteger a estas comunidades. Solo para el caso de Nariño hay un dato escalofriante: por el conflicto armado en este año 2013, debido a los enfrentamientos entre el Ejercito y las FARC,  pasaron confinados tres mil indígenas Awa, durante cuatro meses. Confinados sin poder hacer ninguna de sus labores productivas de pesca, de caza, sin poder relacionarse entre ellos, en desenvolvimiento de su actividad cotidiana y cultural, confinados de la peor manera, mientras los actores armados cumplían con sus estrategias y  metas bélicas.

Observaciones complementarias en otras dimensiones del desarrollo

 Bueno, a pesar de todo,  nuestras potencialidades son inmensas. En la dimensión  económica ya lo hemos demostrado; en la dimensión  social se cuenta con indicadores   bajísimos. En el campo político  el Pacífico nariñense ha ido mejorando su capacidad de respuesta en cuanto se han fortalecido  las organizaciones étnicas se han formulado participativamente los planes de etnodesarrollo, tanto en los consejos comunitarios como en Cabildos y Resguardos Indígenas, en eso existe un avance importante a partir de la Constitución de 1991, fundamentalmente con  la Ley 70, avance   que es valioso no perder de vista.

Sin embargo en la dimensión  política aún es pobre lo que podría categorizarse como: la  apropiación de las comunidades del Pacífico,  del sentido de  “lo público”. Las lógicas, igual euro-centristas, del Derecho  muy poco han permeado estas sociedades. Se dan, entonces, otras formas de relacionarse con el  Estado.  Hay una anécdota que circula mucho por allá y describe bien este fenómeno.  Se trata de una evaluación que hizo alguna vez  la ESAP, sobre la aplicación de la Ley 80, o sea la ley de contratación. Los investigadores de la  ESAP indagan a  un grupo de Alcaldes de la Costa y les preguntan: “bueno ¿por qué es que ustedes no aplican la Ley 80? y uno de ellos dice: ---Es que aquí en la costa la Ley 80 no pegó”.

Ese solo apunte (de la vida real y sucedido en una reunión de alcaldes nada menos) revela de alguna manera el  sentido,  la percepción que existe sobre “lo público”, percepción que lleva en muchos casos a unos niveles de corrupción insospechados. También  los hay en varios lugares de Colombia, en la Costa Atlántica, sabemos que son muy avanzados, a  Bogotá los Nule creo que  vinieron a ayudar a mejorar el promedio  de corrupcion pero lo hicieron a plena conciencia; volviendo al Pacífico en ese tema,  insisto,  que la percepción, la apropiación, el imaginario de “lo público” es muy baja a nuestro juicio, allí hay una tarea pendiente.

Bueno hasta ahí las desdichas.

Pero por fortuna tenemos, sin duda alguna, dos potencialidades inmensas que son: lo ambiental, los regalos de la naturaleza, el ser una de las principales zonas productoras de agua dulce en el mundo, el tener la mayor concentración de biodiversidad por M2, y el talento humano de las gentes del territorio pacífico que se expresa en su inmensa creatividad reconocida por la UNESCO, como hemos dicho.
Nuestras tremendas potencialidades culturales que lo son para la música, que lo son para diversas actividades creativas en el arte y también para el deporte, tal vez el Pacífico sea  más conocido por el Tino Asprilla que por otras cosas y tal vez muchos anoche extrañamos a Armero, en la derrota contra Uruguay. Parece ser que los goles entraron por este lado, donde no estuvo Armero;  hizo falta, el tumaqueño.

La Utopia y el Destino.

Esas potencialidades están ahí latentes y como propuesta, para ir cerrando esta intervención, yo hablaría en general en un sentido filosófico, si se me permite, que tenemos dos escenarios el de la utopía y el de nuestro destino; en cuanto al de la utopía ¿Qué quisiéramos nosotros en la dimensión del derecho al delirio o a la utopía como lo señala Eduardo Galeano,  como desarrollo para este Pacífico  de cara a la séptima bonanza que se nos viene ?.

Quisiéramos el desarrollo de un  Pacífico humano, sostenible tal como está en nuestro Plan de Desarrollo.

Nariño lleva trece años consecutivos de Gobiernos alternativos, que han profundizado en el enfoque de Desarrollo Humano Sostenible. Comenzamos con Parmenio Cuellar, hoy Senador por el Polo Democrático; los siguientes cuatro años fueron con Eduardo Zúñiga, antropólogo ex-Rector de la Universidad de Nariño, luego, Antonio Navarro, hoy director de “Progresistas” y estos años desde el 2012 gobernados por Raúl Delgado Guerrero, educador, líder cívico e integrado a las fuerzas de la izquierda democrática  durante toda su vida pública.

¿Qué quisiéramos como utopía para ese territorio pacifico nariñense y ojalá para todo el Pacífico colombiano?: la utopía de un desarrollo humano sostenible, integral, basado en los planes de vida y hacia la vida plena, ( premisa de los mayas en palabras de Rigoberta Menchú Tum, el 1 de mayo en Tulcán ) de las comunidades indígenas y en los planes de etnodesarrollo formulados y aprobados por las comunidades afro.
¿ Hasta donde hemos avanzado en Nariño a lo largo de estos trece años?. En pensarnos a nosotros mismos, en proyectarnos prospectivamente. Y esto que les relato es uno de los más preciados patrimonios que tenemos hoy por hoy  los nariñenses. Hemos construido visiones, miradas, lecturas de nuestra realidad, y senderos estratégicos no solo desde la Academia, también con la Academia, pero ante todo desde las propias organizaciones sociales en ejercicios prospectivos de planeación que tienen como elemento sustancial la participación y no cualquier tipo de participación, la participación real a partir de metodologías que han aplicado  la mayéutica, el conocimiento desde la misma gente de a pie, de la base, expresado hacia afuera, desde la endogénesis y la identidad.

Y la filosofía de esa utopia también ha llegado a la Universidad de Nariño, que viene trabajando hace ya seis años en lo que ellos llaman la “Reforma profunda”, los académicos  y la comunidad de la Universidad de Nariño maduran ahora el concepto de  Universidad-región para avanzar, en entender que la Universidad,  no solo tiene las 3 misiones o paradigmas a secas que se le plantean: la primera investigar, la segunda: formar y la tercera proyectarse o  extenderse, sino que hay necesidad de cambiar esa tercera misión o paradigma, y en la Universidad de Nariño se ha desarrollado un importante debate, sobre cómo la Universidad debe romper el tercer paradigma el de la extensión, porque este es limitado al provocar la acción unilateral. Yo me extiendo o me proyecto, y salgo generosamente a ofrecer lo que soy desde mi torre y veo que impactos causa lo que muestro.

Para acabar con  este paradiga se habla ahora de un nuevo tercer paradigma en correspondencia a lo que  Fals Borda y Mora Osejo algún día dijeron sobre una Universidad Participativa que se correlacione bilateralmente con la sociedad, no que se proyecte simplemente, no que realice extensión casi como asistencialismo social, sino una universidad abierta que se armonice con la sociedad, que vaya a la sociedad y regrese y vuelva y se mantenga en una  reciprocidad permanente.

Precisamos entonces. El desarrollo que estamos edificando es  un desarrollo en la dirección, desde el punto de vista conceptual,  de lo planteado por dos grandes científicos que caminaron ambos este campus de la Universidad Nacional: Orlando Fals Borda y Luis Eduardo  Mora Osejo[1],   Nariñense este último, biólogo, Director del Jardín Botánico, profesor de la Universidad Nacional.  Los dos  autores de un monumento a la inteligencia colombiana, MANIFIESTO POR LA AUTOESTIMA EN LA CIENCIA COLOMBIANA   y el ensayo: LA SUPERACION DEL EUROCENTRISMO en donde nos invitan, los dos, a valernos a aprovechar  nuestra naturaleza tropical y producir y crear a partir de ahí.
Pensamos entonces en una utopía de esa naturaleza, en   un desarrollo endogénico como ellos lo propusieron en sus textos; pensamos en una utopía anclada también en lo que ellos mismos describieron, como los cuatro Valores Fundantes de lo que podría ser una sociedad de verdad digna, una sociedad de verdad vivible.

Ellos hablaron del ECO-SOCIALISMO RAIZAL, basado en los cuatro valores fundantes construidos a lo largo de la historia por los pueblos presentes en este territorio colombiano y en especial en las regiones de periferia: el valor de la Solidaridad,  emanado por siglos desde la cultura indígena; el valor de la Libertad traído por los pueblos africanos, el valor de la Autonomía propio de los pastusos, legado por lo mejor de los europeos que llegaron aquí y basado en el valor de la dignidad extraído ese valor principalmente de las comunidades campesinas,  valor que en estos días  se hizo presente en Colombia y sacudió la nación en las últimas semanas,  sin partituras en muchos casos, en un acto espontáneo que todos  vimos que muchísimos  apoyamos. Nariño fue protagonista de primera línea en este sacudón que   ha vivido  la Nación, llamado Paro Agrario.

En nuestra Utopía, pensamos en  un desarrollo de esa naturaleza, sostenido en esos valores y pensamos que luchar intensamente por alcanzarla puede llevarnos a un puerto seguro. Finalmente, porque la utopía como dice Atahualpa Yupanqui seguirá siendo eso, algo que siempre se aleja: “¡Cuando parece más cerca es cuando se aleja más!”. Pero luchar por alcanzar Utopías finalmente nos lleva a Ítaca en sentido metafórico del poeta Alexander Kavafis, en este caso a un destino deseable, a un punto que podríamos calificar como a un estado o situación de intercambio equitativo, en igualdad de condiciones, entre pares,  entre nosotros los habitantes del Pacifico colombiano y los otros de esa gran cuenca universal que se nos ofrece como panacea.

Un intercambio entre iguales.

Complementariamente a lo dicho y desde un punto de vista conceptual también y académico, quisiéramos para nosotros un desarrollo basado en lo propuesto por Julián Sabogal, que es profesor de la Universidad de Nariño, miembro de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas,  después de estar casi treinta años en la región y luego de estar cercano a los movimientos sociales,  ha escrito un libro sobre desarrollo humano integral en el que cual propone este nuevo escenario: “el hombre no puede estar al servicio de la economía, no debe estar al servicio de la economía, como ocurre ahora sino que la economía debe estar al servicio del hombre”  y él habla de la necesidad de “ la convivencia de racionalidades como una opción filosófica; de la convivencia de los diferentes grupos sociales que lo es también de las diferentes formas de propiedad y en última instancia de la convivencia de distintas racionalidades económicas, cada forma económica o sea cada forma de propiedad tiene su propia racionalidad.
Se trataría entonces de la existencia simultánea, de la convivencia de esa racionalidades distintas, lo que podría proporcionar mejores condiciones de vida en un Estado de dignidad humano, es la convivencia en últimas de comunidades con intereses, niveles, costumbres y aspiraciones diferentes”.DESARROLLO HUMANO MULTIDIMENSIONAL. JULIAN SABOGAL

Un planteamiento de mínimos para empezar

Por ahora qué pensamos. Que estando como estamos hoy con los niveles de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) más altos de la nación, lo mínimo que se debería garantizar al Pacifico colombiano y en esto es obligación del Estado central estar  al frente,   es al menos (y las universidades tienen ahí un reto hermoso en investigación ) identificar, ¿Cuánto cuesta llevar al Pacifico colombiano a que al menos se nivele con el promedio nacional de NBI?, cuánto costaría entonces mejorar los niveles educativos, los niveles de saneamiento, vivienda, agua potable, ingresos en estos lugares y al menos, a partir,  de ahí de invertir y llevarnos a estar nivelados,  si  pensar en interrelacionarnos con otros mundos, respetando nuestras lógicas de desarrollo endógeno. De lo contrario nos pasará algo parecido a lo que tanto hemos sufrido  en carne propia en los últimos años con los TLC, convertidos hoy en explosivo combustible de la  justa protesta campesina.


¡MUCHAS GRACIAS!




[1] LUIS EDUARDO MORA OSEJO fue Profesor Emérito de Biología y exdirector del Instituto de Ciencias naturales de la Universidad Nacional de Colombia y ex-Rector de la Universidad de Nariño, Premio Nacional de Ciencias, Presidente de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Natura-les, Doctor en Ciencias de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz. ORLANDO FALS BORDA es Profesor Emérito de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia, Doctor Honoris Causa de la Universidad Central de Venezuela, ex- Vice ministro de Agricultura y Delegatario de la Asamblea Nacional Constituyente, Ph. D. de la Universidad de Florida.