Este 31 de Octubre asistimos a Tumaco a la "Vigilia por la Paz" convocada para apoyar la pronta implementación de los Acuerdos entre las Farc y el Gobierno. Esta tarea solidaria se realizó en la Zona Campamentaria de la Vereda La Playa, con una concurrida asistencia.
Ahora que es posible llevar a nuestro amado Pazifico por un franco camino hacia su transformación integral creo oportuno recordar las palabras que dije hace 2 años en la Universidad Nacional de Colombia, en el Foro: ¿Que Pacífico queremos?
Vereda "La Playa ( Tumaco) Zona Veredal Transitoria de Normalización |
Participantes en la Vigilia, provienen de los Movimientos sociales y demás organizaciones solidarias |
Anuncio que promueve la Vigilia a la entrada de la Vereda "La Playa" Tumaco |
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
DEBATE
¿QUÉ PACIFICO QUEREMOS?
11 de Septiembre de 2013
INTERVENCIÓN
SECRETARIO DE GOBIERNO DEPARTAMENTAL: JAIME RODRÍGUEZ TORRES
Agradezco a la Unidad de Medios de la Universidad Nacional que convoca a este espacio tan importante para entrar en diálogo sobre el Pacífico Sur.
Sea lo primero excusar al Gobernador
titular el educador Raúl Delgado quien ayer estaba en Tumaco, justamente en la
costa del Pacífico, cerrando el último paro agrario. Para información puntual
en el Departamento de Nariño, se registraron seis paros agrarios, se paralizó casi
todo el territorio sureño y el 10 de septiembre de 2013 se cerraba el ciclo de
negociaciones con las comunidades afro, consejos comunitarios, y organizaciones indígenas.
Comienzo diciendo que el Pacífico colombiano
no solo es afro. También es indígena. Allí se encuentra la nación Embera-Siapidara,
morando hace siglos, mucho antes que los
afros, y que los europeos. Además están
los Awá en la llanura costera. Es muy reconocida en el área desde la época
precolombina, la denominada cultura Tumaco- La Tolita de un valor estético como
ninguno otro en América, y ya estaba ahí en Tumaco y en los territorios
aledaños en una amplia franja entre La Tola y río Santiago en Ecuador hasta más
arriba del Río Iscuandé en Colombia, desde antes que llegaran Pizarro y sus hombres y antes que
llegaran los africanos.
¿DE QUÉ
PACIFICO HABLAMOS?
Desde un punto de vista objetivo, el Pacifico es
un inmenso territorio que está integrado de manera natural no solo por
divisiones políticas, y abarca una
parte de Panamá, la llanura pacífica colombiana entera y una parte de Ecuador y
Perú. Este lugar tiene condiciones
ambientales similares. En ese Pacífico nos movemos. En un amplio corredor comprendido
entre Chocó (Colombia) y Manabí (Ecuador). Se cuenta con presencia de diversas etnias
y la biodiversidad más alta del planeta,
dicen unos, otros afirman que ocupa el segundo lugar con un gran potencial en
agua dulce y minerales preciosos, recinto natural de culturas ancestrales y
renacientes.
Hablamos entonces de ese Pacífico Sur
y nosotros inmersos en él. En Nariño: la ensenada de Tumaco posee una riqueza ictiológica
enorme. Allí la corriente de Humboldt encuentra
aguas cálidas y produce un fenómeno biológico que se presenta sobre todo en
Semana Santa y que los nativos lo llaman “La Chautiza”. Ocurre porque en los
manglares y en los esteros, lugares tibios, se vienen a depositar millones de
larvas que han viajado desde el Polo Sur, gracias a la corriente de Humboldt.
Es decir no solamente somos ricos en
minerales, especies forestales de maderas finas e industriales, sino que
tenemos una riqueza ictiológica inmensa en el mar del sur y en particular en la ensenada de Tumaco.
¿QUÉ HA
SIGNIFICADO ESTE PACIFICO PARA COLOMBIA?
“Las siete bonanzas”
A mi juicio para Colombia, el
Pacífico ha significado un lugar de bonanzas que nunca beneficiaron al pueblo del litoral.
Son siete al menos las bonanzas reconocidas a lo largo de los últimos siglos, desde este sitio en beneficio de otros.
Primero la bonanza de la Quina cuya corteza resultaba eficaz para combatir el
paludismo, luego vendría la bonanza de la Tagua, una madera parecida al marfil que
tuvo un precio muy generoso en el mercado internacional. A continuación la
bonanza del Oro que ha sido desde siempre. No se olvide que buena parte de la
independencia de América, sobre todo la del sur, se financió con el oro de
Barbacoas, hay una placa en Lima que atestigua esto.
Y no se olviden que el Libertador
Simón Bolívar tuvo especial empeño, en llegar y dominar el Sur, para continuar
su proyecto político de emancipación del Imperio Español y tuvo también notorio interés por llegar a Pasto y derrotar las fuerzas realistas como condición para tener acceso a las riquezas de Barbacoas, en
cuyas vecindades en el punto denominado “EL CASTIGO”, donde finalmente fue
capturado el aguerrido líder Agustín Agualongo.
La cuarta bonanza: la de la Madera. El territorio dispone de maderas
preciosas. En menores cantidades, industrias madereras, casi por completo
extractivas, pero no trasformadoras. Estas en su proceso productivo han
depredado kilómetros, cientos de hectáreas
de la riqueza forestal existente. La quinta bonanza, la más cruel y compleja de todas,
aún presente, la de la coca. Nariño tiene diez municipios en la llanura Costera,
tres de ellos son los primeros productores de coca en Colombia, Tumaco el
primero de todos, con las fatales
consecuencias que hoy todavía vivimos. Eso lo vamos a ver luego.
La sexta bonanza, la bonanza Minera en
su segunda versión. Hoy tenemos otra vez presencia de minería ilegal, hay más
de quinientas retroexcavadoras, autorizadas la mayoría de ellas, produciendo daño a los ecosistemas y tejido social y ambiental.
Es muy conocida esta situación porque es lo más divulgado últimamente sobre
todo en los medios académicos. Estamos ahora a la espera de la séptima bonanza que
es la que a mi parecer interesa mucho a la Universidad Nacional. Se trata de la
bonanza que vendría con la ofrecida
panacea de los Tratados de libre comercio y alianzas en la cuenca del Pacífico.
Las seis bonanzas anteriores nos han
dejado lo que todos conocemos: los NBI más altos del país: los cuatro
Departamentos de nuestro territorio nacional: Chocó, Cauca, Nariño y Valle. En
su área del Pacífico tienen los más altos NBI, ningún otro se le compara en la
nación, y eso es suficiente como retrato: La postración casi total en materia vial,
agua potable, saneamiento básico, educación tanto en cobertura como en calidad
y pertinencia, salud, ingresos y vivienda.
Hasta ahora esas bonanzas, nos han
dejado esta situación y han significado: que al ser el Pacifico colombiano un
territorio de economía casi absolutamente extractiva, no se han favorecido los nativos
del territorio sino los nacionales o extranjeros que han tenido la capacidad de aprovecharse de
este modelo. Para Colombia el Pacífico ha
sido y ha significado históricamente, una despensa de recursos naturales al
servicio de otros.
LO QUE AÚN
NOS QUEDA:
El modelo euro-centrista que ha
dominado a Colombia desde la colonización española y continúa después de la
independencia aún sigue fuertemente arraigado. Por fortuna en varios campos no
alcanzó a llegar, con sus impactos plenos al territorio del Pacífico colombiano
y me atrevo a decir que, por eso, en muchos lugares se mantienen casi intactas diversas manifestaciones culturales de tipo
ancestral.
En 2011, La UNESCO declara: “Las músicas y cantos ancestrales del Pacifico Sur como
patrimonio de la humanidad”. Una de las razones de este reconocimiento
internacional, ha sido el que aún no han sido tocados por las lógicas euro-centristas. La música de marimba se ejecuta con instrumentos esencialmente
africanos: marimba, cununo, bombo y guazá.
Existen diversas muestras en el
territorio tanto en el mundo biológico como cultural, que demuestran, que el euro-centrismo nos impactó en grado menor, en
comparación con el resto de la nación.
El euro-centrismo trajo en cambio y con toda la fuerza, la filosofía y práctica del Estado centralista. El
modelo de desarrollo anclado en los cuatro polos, Bogotá, Barranquilla,
Medellín y Cali. Y como consecuencia la mirada de espaldas, hacia las zonas de periferia y la más abatida
de todas ellas: El Pacifico Colombiano.
¿Qué ha significado el Pacífico para
Colombia?
Intento avanzar en la situación actual, ya se ha tratado algunos aspectos, desde la dimensión económica. Una economía de enclave, básicamente extractivista, la que se ha producido en los últimos años, ha resultado agresiva contra la propia naturaleza. En Tumaco en particular, sé que en otras partes también, la presencia de palma africana como monocultivo en cientos de miles de hectáreas, rompiendo con lo que es el respeto a la naturaleza biodiversa. El monocultivo presente como una impronta en reversa al desarrollo sostenible, hasta el punto que la propia naturaleza, al parecer: ha cobrado este abuso. Hoy la palma africana padece una enfermedad que no encuentra cura después de múltiples investigaciones en distintos lugares del mundo.
Intento avanzar en la situación actual, ya se ha tratado algunos aspectos, desde la dimensión económica. Una economía de enclave, básicamente extractivista, la que se ha producido en los últimos años, ha resultado agresiva contra la propia naturaleza. En Tumaco en particular, sé que en otras partes también, la presencia de palma africana como monocultivo en cientos de miles de hectáreas, rompiendo con lo que es el respeto a la naturaleza biodiversa. El monocultivo presente como una impronta en reversa al desarrollo sostenible, hasta el punto que la propia naturaleza, al parecer: ha cobrado este abuso. Hoy la palma africana padece una enfermedad que no encuentra cura después de múltiples investigaciones en distintos lugares del mundo.
La pudrición del cogollo de la palma,
ha devastado ahora mismo miles de
hectáreas de cultivo. Es como si la naturaleza pasara cuentas y eso está
ocurriendo porque el cultivo se montó como enclave. También aparecen como
economías de enclave, las industrias pesqueras que cultivan camarón y otras
especies, irrespetando lo ciclos biológicos y la naturaleza se ha resistido en
forma parecida y se producen, entonces, afectaciones económicas muy fuertes.
Hubo momentos en que las
exportaciones de Nariño, pequeñas por
cierto. Hago un corto paréntesis: Nariño tiene un poco más de la mitad de su territorio en el Pacífico, pero
una buena parte de su área se sitúa en la zona Andina y una parte muy valiosa en el
Amazonas. El Departamento de Nariño dispone de tres ecosistemas. Nariño es una
especie de condensación de Colombia, algunos geógrafos incluso tratan de establecer que en algún
momento de la formación del planeta, el
mar Caribe avanzó a lo largo del valle del Patía y llegó a Nariño.
Ahora regreso en el relato al punto de las exportaciones. La economía nariñense, de naturaleza periférica, y por lo tanto frágil, comenzó a crecer de manera interesante hace algunos años; según lo dice el Banco de la República, se empezaron a generar una mayor cantidad de exportaciones por cuenta de fenómenos económicos como la palma africana fundamentalmente, en algo el cacao, las camaroneras y otros productos de la industria acuícola; superando incluso al componente tradicional de la exportaciones andinas cuales son la papa, leche y algunos productos derivados de esta. Pero como se ha tratado de sostener aquí llegaron las enfermedades donde la naturaleza pasó su cuenta de cobro. Ahora se han deteriorado drásticamente las exportaciones de productos de economía lícita en la costa Pacífica.
Ahora regreso en el relato al punto de las exportaciones. La economía nariñense, de naturaleza periférica, y por lo tanto frágil, comenzó a crecer de manera interesante hace algunos años; según lo dice el Banco de la República, se empezaron a generar una mayor cantidad de exportaciones por cuenta de fenómenos económicos como la palma africana fundamentalmente, en algo el cacao, las camaroneras y otros productos de la industria acuícola; superando incluso al componente tradicional de la exportaciones andinas cuales son la papa, leche y algunos productos derivados de esta. Pero como se ha tratado de sostener aquí llegaron las enfermedades donde la naturaleza pasó su cuenta de cobro. Ahora se han deteriorado drásticamente las exportaciones de productos de economía lícita en la costa Pacífica.
En contraste se robustece la Sexta
bonanza; la economía en el territorio nariñense y hay afectaciones similares en
todo el Pacífico, hoy está ligada muy fuertemente al cultivo de la coca, al
procesamiento y tráfico de la cocaína. Los datos señalan una realidad dramática
y contundente.
Esto ha significado toda una calamidad.
Esta economía sucia ha desatado en Nariño y en buena parte del Pacífico la guerra
por el control del territorio. Nuestra posición geoestratégica es privilegiada,
tenemos mar, tierras fértiles triple A, y se cuenta con área de frontera. No
puede haber mejor posición geopolítica que la del Departamento de Nariño para explotación
de cualquier empresa o industria pero también para
el desarrollo del fatídico negocio de la cocaína. Los resultados del
dominio de esta industria son calamitosos, después de un poco más de
veinte años de presencia de la guerra estimulada por la cocaína. Esta guerra nos
llegó de afuera a los nariñenses; nosotros nunca tuvimos guerra, Nariño hace veinticinco años era un territorio, con muchas convulsiones sociales, paros cívicos, movilizaciones inmensas, reclamando
inversiones desde el Estado central, pero sin conflicto armado.(Lea:Declaración de Bocas de Satinga )
Llegó la guerra y ésta ha dejado lo
que hoy tenemos, trescientas mil víctimas del conflicto armado, veinticuatro
municipios afectados directamente; millones de galones de veneno en forma de glifosato vertido sobre
nuestros parques naturales y territorios biodiversos; confinamiento en poblaciones indígenas, destrucción del tejido
social, afectación en las lógicas culturales de los valores y vivencias entre la
población y especialmente entre niños, adolescentes, jóvenes y mujeres.
En Nariño moran siete pueblos indígenas. De ellos, tres tienen lengua propia y dos han sido
declarados por la Corte Constitucional en peligro de extinción, ambos habitan
en el Pacifico Nariñense: el pueblo Awá y el pueblo Eperara Siapidara. Todos
sin excepción, están inmersos en el conflicto armado. Ellos con frecuencia son utilizados por las fuerzas institucionales,
cuando sus estrategias lo requieren, y de
igual manera son utilizados por los grupos insurgentes. Ellos, los indígenas desarmados, en medio de esos dos poderosos combatientes,
sufren como nadie: desplazamientos, confinamiento, persecuciones, judicialización
de sus líderes. Es decir la destrucción infame de una cultura que lo que ha
hecho, a lo largo de la historia, es
convivir con la naturaleza, cuidarla, preservar la biodiversidad, cuidar el
agua, custodiar ancestralmente una forma de ser, de relacionarse entre sí con
solidaridad, con la práctica de economías alternativas solidarias, intercambio, trueque y
todo lo que quisiéramos, en la utopía, que ocurra con la humanidad para el
bienvivir.
Con la guerra quedan las cosas en contravía
a la vida misma y al desarrollo. En una sesión de la Corte Constitucional, a la que asistíamos con el Señor Gobernador de
Nariño Dr. Raúl Delgado Guerrero, los Magistrados examinaban de qué manera el
Estado colombiano está cumpliendo con dos Autos que ha emitido la Corte para
proteger a las poblaciones indígenas en peligro de extinción. Pero la realidad
es triste, el Estado colombiano, a pesar de que las órdenes y disposiciones
superiores de la Corte se lo han pedido en varios autos, no ha procedido ni
cumplido con la protección a estas comunidades. Por más esfuerzos que haga la
Corte Constitucional es muy poco lo que se ha podido avanzar en proteger a
estas comunidades. Solo para el caso de Nariño hay un dato escalofriante: por el
conflicto armado en este año 2013, debido a los enfrentamientos entre el
Ejercito y las FARC, pasaron confinados
tres mil indígenas Awa, durante cuatro meses. Confinados sin poder
hacer ninguna de sus labores productivas de pesca, de caza, sin poder
relacionarse entre ellos, en desenvolvimiento de su actividad cotidiana y cultural, confinados
de la peor manera, mientras los actores armados cumplían con sus estrategias
y metas bélicas.
Observaciones
complementarias en otras dimensiones del desarrollo
Bueno, a pesar de todo, nuestras potencialidades son inmensas. En la
dimensión económica ya lo hemos
demostrado; en la dimensión social se
cuenta con indicadores bajísimos. En el campo político el Pacífico
nariñense ha ido mejorando su capacidad de respuesta en cuanto se han
fortalecido las organizaciones étnicas se han formulado participativamente los planes de etnodesarrollo, tanto en los consejos comunitarios como en Cabildos
y Resguardos Indígenas, en eso existe un avance importante a partir de la
Constitución de 1991, fundamentalmente con la Ley 70, avance que es
valioso no perder de vista.
Sin embargo en la dimensión política aún es pobre lo que podría
categorizarse como: la apropiación de las comunidades del Pacífico, del sentido de
“lo público”. Las lógicas, igual euro-centristas, del Derecho muy poco han permeado estas sociedades. Se
dan, entonces, otras formas de relacionarse con el Estado. Hay una anécdota que circula mucho por allá y
describe bien este fenómeno. Se trata de
una evaluación que hizo alguna vez la
ESAP, sobre la aplicación de la Ley 80, o sea la ley de contratación. Los
investigadores de la ESAP indagan a un grupo de Alcaldes de la Costa y les
preguntan: “bueno ¿por qué es que ustedes no aplican la Ley 80? y uno de ellos
dice: ---Es que aquí en la costa la Ley 80 no pegó”.
Ese solo apunte (de la vida real y
sucedido en una reunión de alcaldes nada menos) revela de alguna manera el sentido,
la percepción que existe sobre “lo público”, percepción que lleva en
muchos casos a unos niveles de corrupción insospechados. También los hay en varios lugares de Colombia, en la
Costa Atlántica, sabemos que son muy avanzados, a Bogotá los Nule creo que vinieron a ayudar a mejorar el promedio de corrupcion pero
lo hicieron a plena conciencia; volviendo al Pacífico en ese tema, insisto, que la percepción, la apropiación, el imaginario
de “lo público” es muy baja a nuestro juicio, allí hay una tarea pendiente.
Bueno hasta ahí las desdichas.
Pero por fortuna tenemos, sin duda
alguna, dos potencialidades inmensas que son: lo ambiental, los regalos de la
naturaleza, el ser una de las principales zonas productoras de agua dulce en el
mundo, el tener la mayor concentración de biodiversidad por M2, y el
talento humano de las gentes del territorio pacífico que se expresa en su
inmensa creatividad reconocida por la UNESCO, como hemos dicho.
Nuestras tremendas potencialidades
culturales que lo son para la música, que lo son para diversas actividades
creativas en el arte y también para el deporte, tal vez el Pacífico sea más conocido por el Tino Asprilla que por
otras cosas y tal vez muchos anoche extrañamos a Armero, en la derrota contra
Uruguay. Parece ser que los goles entraron por este lado, donde no estuvo
Armero; hizo falta, el tumaqueño.
La Utopia y
el Destino.
Esas potencialidades están ahí
latentes y como propuesta, para ir cerrando esta intervención, yo hablaría en
general en un sentido filosófico, si se me permite, que tenemos dos escenarios el
de la utopía y el de nuestro destino; en cuanto al de la utopía ¿Qué
quisiéramos nosotros en la dimensión del derecho al delirio o a la utopía como
lo señala Eduardo Galeano, como desarrollo para este Pacífico de cara a la
séptima bonanza que se nos viene ?.
Quisiéramos el desarrollo de un Pacífico humano, sostenible tal como está en
nuestro Plan de Desarrollo.
Nariño lleva trece años consecutivos de
Gobiernos alternativos, que han profundizado en el enfoque de Desarrollo Humano
Sostenible. Comenzamos con Parmenio Cuellar, hoy Senador por el Polo
Democrático; los siguientes cuatro años fueron con Eduardo Zúñiga, antropólogo ex-Rector de la Universidad de Nariño, luego, Antonio Navarro, hoy director de “Progresistas”
y estos años desde el 2012 gobernados por Raúl Delgado Guerrero, educador,
líder cívico e integrado a las fuerzas de la izquierda democrática durante toda su vida pública.
¿Qué quisiéramos como utopía para ese
territorio pacifico nariñense y ojalá para todo el Pacífico colombiano?: la
utopía de un desarrollo humano sostenible, integral, basado en los planes de vida
y hacia la vida plena, ( premisa de los mayas en palabras de Rigoberta Menchú
Tum, el 1 de mayo en Tulcán ) de las comunidades indígenas y en los planes de
etnodesarrollo formulados y aprobados por las comunidades afro.
¿ Hasta donde hemos avanzado en Nariño a lo largo de estos trece años?. En pensarnos a nosotros mismos, en proyectarnos prospectivamente. Y esto que les relato es uno de los más preciados patrimonios que tenemos hoy por hoy los nariñenses. Hemos construido visiones, miradas, lecturas de nuestra realidad, y senderos estratégicos no solo desde la Academia, también con la Academia, pero ante todo desde las propias organizaciones sociales en ejercicios prospectivos de planeación que tienen como elemento sustancial la participación y no cualquier tipo de participación, la participación real a partir de metodologías que han aplicado la mayéutica, el conocimiento desde la misma gente de a pie, de la base, expresado hacia afuera, desde la endogénesis y la identidad.
¿ Hasta donde hemos avanzado en Nariño a lo largo de estos trece años?. En pensarnos a nosotros mismos, en proyectarnos prospectivamente. Y esto que les relato es uno de los más preciados patrimonios que tenemos hoy por hoy los nariñenses. Hemos construido visiones, miradas, lecturas de nuestra realidad, y senderos estratégicos no solo desde la Academia, también con la Academia, pero ante todo desde las propias organizaciones sociales en ejercicios prospectivos de planeación que tienen como elemento sustancial la participación y no cualquier tipo de participación, la participación real a partir de metodologías que han aplicado la mayéutica, el conocimiento desde la misma gente de a pie, de la base, expresado hacia afuera, desde la endogénesis y la identidad.
Y la filosofía de esa utopia también
ha llegado a la Universidad de Nariño, que viene trabajando hace ya seis años
en lo que ellos llaman la “Reforma profunda”, los académicos y la comunidad de la Universidad de Nariño
maduran ahora el concepto de
Universidad-región para avanzar, en entender que la Universidad, no solo tiene las 3 misiones o paradigmas a
secas que se le plantean: la primera investigar, la segunda: formar y la
tercera proyectarse o extenderse, sino
que hay necesidad de cambiar esa tercera misión o paradigma, y en la
Universidad de Nariño se ha desarrollado un importante debate, sobre cómo la
Universidad debe romper el tercer paradigma el de la extensión, porque este es limitado al provocar la acción unilateral. Yo me
extiendo o me proyecto, y salgo generosamente a ofrecer lo que soy desde mi
torre y veo que impactos causa lo que muestro.
Para acabar con este paradiga se habla ahora de un nuevo tercer
paradigma en correspondencia a lo que Fals Borda y Mora Osejo algún día
dijeron sobre una Universidad Participativa que se correlacione bilateralmente con la sociedad, no que
se proyecte simplemente, no que realice extensión casi como asistencialismo
social, sino una universidad abierta que se armonice con la sociedad, que vaya
a la sociedad y regrese y vuelva y se mantenga en una reciprocidad permanente.
Precisamos entonces. El desarrollo que estamos edificando
es un desarrollo en la dirección, desde
el punto de vista conceptual, de lo
planteado por dos grandes científicos que caminaron ambos este campus de la
Universidad Nacional: Orlando Fals Borda y Luis Eduardo Mora Osejo[1],
Nariñense este último, biólogo, Director del
Jardín Botánico, profesor de la Universidad Nacional. Los dos autores de un monumento a la inteligencia colombiana,
MANIFIESTO POR LA AUTOESTIMA EN LA CIENCIA COLOMBIANA y el ensayo: LA SUPERACION DEL EUROCENTRISMO en
donde nos invitan, los dos, a valernos a aprovechar nuestra naturaleza tropical y producir y crear
a partir de ahí.
Pensamos entonces en una utopía de
esa naturaleza, en un desarrollo endogénico como ellos lo
propusieron en sus textos; pensamos en una utopía anclada también en lo que
ellos mismos describieron, como los cuatro Valores Fundantes de lo que podría
ser una sociedad de verdad digna, una sociedad de verdad vivible.
Ellos hablaron del ECO-SOCIALISMO RAIZAL, basado en los cuatro valores fundantes construidos a lo
largo de la historia por los pueblos presentes en este territorio colombiano y
en especial en las regiones de periferia: el valor de la Solidaridad, emanado por
siglos desde la cultura indígena; el valor de la Libertad traído por los pueblos africanos, el valor de la Autonomía propio de los pastusos, legado
por lo mejor de los europeos que llegaron aquí y basado en el valor de la dignidad extraído
ese valor principalmente de las comunidades campesinas, valor que en estos días se hizo presente en Colombia y sacudió la
nación en las últimas semanas, sin
partituras en muchos casos, en un acto espontáneo que todos vimos que muchísimos apoyamos. Nariño fue protagonista de primera
línea en este sacudón que ha vivido la Nación, llamado Paro Agrario.
En nuestra Utopía, pensamos en un desarrollo de esa naturaleza, sostenido en
esos valores y pensamos que luchar intensamente por alcanzarla puede llevarnos
a un puerto seguro. Finalmente, porque la utopía como dice Atahualpa Yupanqui seguirá
siendo eso, algo que siempre se aleja: “¡Cuando parece más cerca es cuando se aleja
más!”. Pero luchar por
alcanzar Utopías finalmente nos lleva a Ítaca en sentido metafórico del poeta
Alexander Kavafis, en este caso a un destino deseable, a un punto que podríamos
calificar como a un estado o situación de intercambio equitativo, en igualdad
de condiciones, entre pares, entre
nosotros los habitantes del Pacifico colombiano y los otros de esa gran cuenca
universal que se nos ofrece como panacea.
Un intercambio entre iguales.
Complementariamente a lo dicho y desde
un punto de vista conceptual también y académico, quisiéramos para nosotros un
desarrollo basado en lo propuesto por Julián Sabogal, que es profesor de la
Universidad de Nariño, miembro de la Academia Colombiana de Ciencias
Económicas, después de estar casi treinta
años en la región y luego de estar cercano a los movimientos sociales, ha escrito un libro sobre desarrollo humano
integral en el que cual propone este nuevo escenario: “el hombre no puede estar al
servicio de la economía, no debe estar al servicio de la economía, como ocurre
ahora sino que la economía debe estar al servicio del hombre” y él habla de la necesidad de “ la
convivencia de racionalidades como una opción filosófica; de la convivencia de
los diferentes grupos sociales que lo es también de las diferentes formas de
propiedad y en última instancia de la convivencia de distintas racionalidades
económicas, cada forma económica o sea cada forma de propiedad tiene su propia
racionalidad.
Se trataría entonces de la existencia
simultánea, de la convivencia de esa racionalidades distintas, lo que podría
proporcionar mejores condiciones de vida en un Estado de dignidad humano, es la
convivencia en últimas de comunidades con intereses, niveles, costumbres y
aspiraciones diferentes”.DESARROLLO HUMANO MULTIDIMENSIONAL. JULIAN SABOGAL
Un planteamiento
de mínimos para empezar
Por ahora qué pensamos. Que estando
como estamos hoy con los niveles de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) más
altos de la nación, lo mínimo que se debería garantizar al Pacifico colombiano y
en esto es obligación del Estado central estar al frente,
es al menos (y las universidades
tienen ahí un reto hermoso en investigación ) identificar, ¿Cuánto cuesta
llevar al Pacifico colombiano a que al menos se nivele con el promedio nacional
de NBI?, cuánto costaría entonces mejorar los niveles educativos, los niveles
de saneamiento, vivienda, agua potable, ingresos en estos lugares y al menos, a
partir, de ahí de invertir y llevarnos a
estar nivelados, si pensar en interrelacionarnos con otros mundos,
respetando nuestras lógicas de desarrollo endógeno. De lo contrario nos pasará
algo parecido a lo que tanto hemos sufrido
en carne propia en los últimos años con los TLC, convertidos hoy en
explosivo combustible de la justa
protesta campesina.
¡MUCHAS GRACIAS!
[1] LUIS EDUARDO MORA
OSEJO fue Profesor Emérito de Biología y exdirector del Instituto de Ciencias
naturales de la Universidad Nacional de Colombia y ex-Rector de la Universidad
de Nariño, Premio Nacional de Ciencias, Presidente de la Academia Colombiana de
Ciencias Exactas, Físicas y Natura-les, Doctor en Ciencias de la Universidad
Johannes Gutenberg de Mainz. ORLANDO FALS BORDA es Profesor Emérito de
Sociología de la Universidad Nacional de Colombia, Doctor Honoris Causa de la
Universidad Central de Venezuela, ex- Vice ministro de Agricultura y
Delegatario de la Asamblea Nacional Constituyente, Ph. D. de la Universidad de
Florida.
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